Así que una vez fue a una tienda y se compró un garfio como el del pirata, estaba feliz con aquel gancho hasta que se hizo una desgracia: le dio comezón en un ojo y el pobre ojo salió volando. Así que regresó a la tienda con la idea de cambiarla y se compró una mano de hierro que en la muñeca apretaba, pero se enojó con el tendero cuando se enteró de su precio y quiso darle un golpe leve y le tiro los dientecitos. Pero como el problema fue su comezón se fue a comprar una manita de plástico.
Chisthian Gardher
Una narración muy interesante, fluida y con mucho contenido y finalmente tiene una solución.
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