Los puse a discutir para conocer la verdad, yo que estoy muy arriba los puse a confesar. Descubrí que el amo del biberón no era hijo de quien bebió la champaña, lo mató la mujer del martini que escaparía con quien venía de lejos.
Copa de champaña
Confieso que me he convertido en la mayor asesina de todos, no tuve piedad para diluir en alma aquel par de cápsulas. Quiero presumir que se desvanecieron en la espuma y que aquel que bebió de mi esencia jamás podría descubrirlo. Reí cuando toqué sus labios y moría a carcajadas, comencé a perder mi alma mientras la champaña lo envenenaba.
Biberón
Admito que fui testigo, pero no pude hacer nada, estaba en la boca del pequeño cuando aquella copa asesinaba. Estaba sobre el pecho del infante acomodado como de costumbre, me comenzó a dar pavor, pero no podía regresar a la mochila, la madre de mi amo quería que mi esencia se desvaneciera. Pero mi alma blanca, inocente como el niño tuvo que ser total testigo de lo que había hecho esa copa.
Copa de martini
Confieso que lo supe desde siempre, tan seco el martini como su alma, presentí sus pensamientos y saboreaba su venganza, mi ama lo mataba.
Cristhian Gardher
Expresión artística, derroche de imaginación, sentido común y pinceladas de psicoanálisis, es lo que veo en esta narración.
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