Tengo un animal curioso, mitad armadillo, mitad erizo; lo conocí en un paseo por el bosque que está cercano a mi cabaña, él asomaba su diminuta cabeza por detrás de un árbol. Todo él es muy pequeño, además me encanta el color rosa pálido de su piel y acariciarla para mí es un placer, aunque a simple vista parece escamosa y seca, al tocarla, tiene la textura de un algodón de azúcar. Sin embargo debo tener cuidado con su caparazón, no hay que tocarlo cuando está disgustado, porque además de que su tono lila se vuelve marrón, sus púas se afilan y son peligrosas, esto no sucede a menudo, solo cuando se me hace tarde y no llego para nuestro acostumbrado paseo por el bosque.
Cada vez que vamos él se escapa corriendo graciosamente en busca de las plantas más exquisitas, las encuentra en los lugares más recónditos, ahí justamente donde yo no puedo acompañarlo; regresa más contento que de costumbre, entonces descansamos a la sombre de aquel árbol donde lo vi por primera vez, yo le cuento como estoy y él atento pareciera que me entiende, porque si le cuento alguna tristeza, sus púas mágicamente se transforman en plumas de colores pastel, se acerca y me hace cosquillas hasta verme sonreír. Y así como la vez que lo conocí, cuando voy de regreso a casa, él se va detrás de mi.
Nancy Munguía
En este cuento se logra combinar lo poético con acciones y sentimientos que nos caracterizan a los seres humanos, lo cual hace un deleite la lectura, al tiempo que nos traslada a un mundo de ficción y fantasia.
ResponderEliminar