sábado, 29 de enero de 2011

Comenzando a vivir

En su cuna esperaba con ansiedad las mañanas cuando aparecía ella, el relato y la fantasía.


Cuento: Lourdes Ibáñez (Taller de narrativa)
Ilustración: Lourdes Ibáñez (Taller de fotografía)

Continuación de un cuento


... y comenzó a escribir unas cuantas líneas, pero al faltar el elixir que lo motivaba, soltó la pluma.
Lourdes Ibáñez

Ironía

Buscó siempre la gloria, dedicando su vida a conseguirla. 
Rodeado de flores, ilustres personajes y la presencia del pueblo, va rumbo a su última morada.
Cuento: Lourdes Ibáñez (Taller de narrativa)
Ilustración: Lourdes Ibáñez (Taller de fotografía)

Mundos paralelos

Me mira indiscreto, y yo no sé si estoy aquí o estoy allá. 

Cuento: E.M.G. (Taller de narrativa)
Ilustración: Lourdes Ibáñez (Taller de fotografía)

Motivación

Un hombre no sabía que escribir, le prestaron una pluma de tinta morada y comenzó...
E. M. G.

Samsom


 Mientras él le admiraba el color rojo de su cabello, ella acariciaba el de él. Cuando despertó, su cabello ya no estaba y el de ella se quedó sin color. 
Nancy

Samsom


Mientras él le admiraba el color rojo de su cabello, ella acariciaba el de él. Cuando despertó, su cabello ya no estaba y el de ella se quedó sin color. 
Nancy

Rocamadur

No había pensado en ponerle nombre, cuando él me vio tocarlo escuchó atento y pensativo, al terminar la pieza no dudo en decírmelo. Él ya no está,  ahora escucho su voz cada vez que el arco atraviesa las cuerdas de mi cello. 
Nancy

viernes, 21 de enero de 2011

La tierra del sol interminable

Había sido una semana complicada, estaban por  finalizar  las vacaciones  y  a  mi ya me apuraba comenzar a trabajar, no tenia idea  que en esos días encontraría una puerta que me adentraría a un mundo que pensaba que existía nada más en mi imaginación y el cual visitaba únicamente estando a solas.
Todo comenzó un martes en la noche, me encontraba en mi habitación dispuesta a dormir, esa noche en particular parecía ser muy oscura y por el tragaluz no se asomaba ni un rayito de luz de luna. Intentaba dormir, pero transcurrido un tiempo en el que sólo rodaba de un lado al otro de la cama, advertí que algo estaba sucediendo; en los rincones de la alcoba, aparecerían zonas resplandecientes, éstas duraban pocos segundos, al prestar atención pude vislumbrar que en ellas había algo parecido a fragmentos de una película, envuelta en una ola de silencio, pude ver que eran escenas de cosas desagradables que me habían sucedió, mirando desde  la oscuridad comencé a sentir  temor, angustia y un vacío que tan sólo comenzó a llenarse de sombras en mi corazón, permanecí en vela, pero al amanecer, la luz del sol arrebato las sombras y el silencio,  fue entonces que sucedió.
De un momento a otro ahora me hallaba en un lugar inmenso, valles fantásticos, montañas que parecían pintadas con óleo de mil colores, lagos con aguas resplandecientes, bosques con arboles parlantes y caminantes, animales quiméricos y aves extravagantes era lo que mis ojos ahora estaban mirando, un cielo inmenso, bañado con los cálidos rayos color de miel del astro rey y además un delicioso aroma a pan dulce.  No se de donde, llegaron montones de niños, cada uno con diversos juguetes, era increíble como era que de repente hacían aparecer dinosaurios, muñecas, aviones, robots, carritos o juegos de té, con tan sólo mencionar que era hora de cambiar de juego.
Permanecí observando por largo rato, hasta que uno de ellos, jalándome del brazo me envolvió en uno de esos divertidos juegos, pronto éramos nosotros los que nos transformábamos en brillantes científicos, poderosos insectos, hadas, valientes guerreros, hasta príncipes y princesas  y lo que se nos viniera en gana.
No supe cuanto tiempo transcurrió, al parecer era la tierra del sol interminable, sin duda había algo especial en ese sitio, pensaba en esto, cuando en un abrir y cerrar de ojos,  cayó la noche, realmente una noche nunca antes vista por mi, con un firmamento repleto de estrellas muy parecidas a las series navideñas, un cielo marino y tres lunas, cada una,  con la característica de cambiar de color continuamente, igual que las estrellas.
Ahora el aroma a pan dulce se había vuelto más intenso, me halle entonces en un enorme salón que al centro tenía una mesa llena de pasteles de todo tipo, muffins de chocolate, de arándanos, de nuez, pay de frutas y de queso, tartas y roscas de reyes, todos con un aroma y un colorido exquisito; los niños con rápidos movimientos tomaron el pastel que mejor les parecía y salieron corriendo del lugar. A la mesa se habían sentado adultos que venían disfrazados de arlequines y bufones, todos ellos con una sonrisa que no se desdibujo ni siquiera cuando comimos los pasteles y bebimos el café.
Este mundo parecía atemporal, no dormía y me pasaba largas horas contemplando el esplendoroso cielo que también estaba lleno de luces de colores que formaban pequeñas flores, parecidas a los fuegos artificiales que estallan en el firmamento.
Tenia ya muchos amigos, pues viajaba constantemente, conociendo gente que por momentos parecían niños traviesos y juguetones, pero cuando me distraía por un momento, tomaban el aspecto de grandes jóvenes intelectuales que en ningún momento perdían la inocencia de su mirada. De las dos formas me contaban relatos grandiosos, cuentos interminables, que cuando menos lo esperaba, me hacían navegar en el mar de sus historias, sentía que escuchaba sus voces muy lejanas, mientras desembarcaba en los espacios más maravillosos, me adentraba en selvas, bosques y habitaciones donde visitaba a sus mascotas mágicas y curiosas.
También en esa orbe existía el peligro, cuando algún adulto olvidaba sonreír, las noches se prolongaban tanto que en ocasiones las sombras se materializaban y causaban destrozos, si esto sucedía y alguna sombra quería arrebatarme hacia la tierra vecina llamada khattam-shud, mis amigos venían volando, unos con alas de águilas, otros de hadas y también de ángeles, pero todas ellas enormes y de gran hermosura, entonces me llevaban a viajar a través de la luz con mis propias alas que ya para ese entonces eran igual de grandes y bellas que las de ellos, y nuevamente entre historias sin fin, descubría nuevos personajes y los lugares más impresionantes.

Cuento: Nancy Munguía (Taller de narrativa)
Ilustración: Lourdes Ibáñez (Taller de fotografía)

jueves, 20 de enero de 2011

Mi tiempo se agota

Salí de mi habitación con el uniforme y los zapatos impecables, cuando escuché esa voz:
Buenas noches, bienvenidos a mis dominios. Callada y sin hacer el menor ruido me senté a la mesa. Terminó la persecusión, ha llegado la hora de la venganza. El conde Bk se acercó arrastrando su amplia capa escarlata que semejaba las alas de un vampiro, detrás de él surgía la esbelta figura de Yesica.

Él se sentó enfrente de mi, con esa mirada dominante, profunda y con cierto grado de ansiedad. Yesica, Yesica, mi fiel Yesica, esta noche la suerte nos favorece, nuestros amigos cayeron inocentemente en la trampa mortal.

Bebí un poco del exquisito liquido, verdoso y dulce hecho especialmente para nosotros. Lo cierto es que nunca conocí un mortal tan peligros, audaz, osado y astuto; es por eso que mi victoria será más esplendorosa, ja, ja ja, ja, ja. Tomé un pequeño bocado de agradable textura, pero de origen desconocido, aún en ese momento de tensión disfrute su sabor, mientras aquellos asesinos diabólicos se acercaban más y más.

Otro traguito para terminar con esto. Siento ya el calor de la sangre que resbalará por mi cuerpo dándome esa vida inmortal, ja, ja ja, ja, ja. De pronto un rumor, unos golpecitos confundidos con el viento hicieron reaccionar al conde Bk. Mira Yesica, una muchedumbre se acerca, gritan enloquecidos y furiosos. Ella se aproximó a mi diciendo: "será mejor que te laves los dientes, porque tu tiempo se agota".

Imbeciles creen tener el valor para enfrentarse a mi, ja, ja ja, ja, ja, durante siglos han vivido ante el terror de mis poderes, que se acerquen, que intenten llegar a mi, no hay poder en la tierra que se imponga a mis deseos. Decidida tomó la palita de la obediencia y con mirada amenazadora se acercó a nosotros, diciendo: "les estoy hablando que ya casi es hora." Acomodamos las mochilas en nuestras espaldas, el joven musculoso sentía que las fuerzas lo abandonaban, cuando los enfurecidos aldeanos entraban al gran salón incendiando los cortinajes. El fuego consumía todo lo que tocaba. Sentía el calor y ese olor, ese penetrante olor que parecía un olor a carne quemándose. Caminamos hacia la salida. De pronto las negras alas de los vampiros empezaron a arder, el conde Bk y Yesica recobraron su forma humana envueltos en el fuego que los devoraba, el gran salón se convertía en una completa hoguera.

A lo lejos se escuchó la campana de la escuela, miré con angustia a mi hermano Rafael, eran las dos de la tarde. Enojada mi madre se acercó descargando un fuerte golpe en mis piernas, "les dije que se les iba a hacer tarde y te dije que le apagaras a la comida." Entonces en la radio se escuchó: Caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malvados... 

Un recuerdo para mi hermano Rafael que le gustaba escuchar la radionovela y algunas veces hasta se nos hacía tarde para entrar a la secundaria.

Cuento: Lourdes Ibáñez (Taller de narrativa)
Ilustración: Lourdes Ibáñez (Taller de photoshop)

viernes, 14 de enero de 2011

Marilyon

Tengo un animal curioso, mitad mariposa, mitad león. Tiene hermosas alas azules como el cielo, azules como el mar, cuya orilla está adornada con hermosas figuras semejante a la amatista.
Su esbelto cuerpecillo tiene el color de la tierra recién labrada, preparada para la siembra, es suave, elástico, salpicado de puntitos dorados, sus movimientos forman rayitos de luz. Tiene una cabeza redonda que sobresale de su cuerpo, siempre está buscando, olfateando para todos lados, mueve la cabeza para acá y para allá, entonces aletea tanto como un colibrí y se lanza en picada para atrapar lo que ha llamado su atención.

Cuando escribía un cuento para el Taller de Narrativa, con los rayos del sol entrando por mi ventana, Marilyon me descubrió, me miró con asombro, con curiosidad. La observe intrigada, nunca había visto una mariposa con cuerpo de león, pensé que era imposible, pero ahí estaba, sus negros ojitos parecía que querían entrar en mi cuaderno, entonces volteaba hacia mi y se apenaba.

Yo seguía leyendo, pensando que mi imaginación perdía los límites de la realidad cada vez con más frecuencia, pensaba que las clases de narrativa estaban dejando secuelas. Marilyon seguía ahí insistiendo en entrar. Creí que era un sueño y como tal seguí soñando, abrí la ventana y entró como si fuera su casa. Voló por toda la habitación reconociendo cada cosa que encontraba.

Apurada por cumplir con mi tarea, seguí escribiendo sin darle importancia, cansada fui a dormir, y a la mañana siguiente estaba ahí, instalada en la cajita de madera con tapa de repujado, que me regaló Iván en mi cumpleaños, con las alas recogidas, acurrucada y cubierta con los pétalos de mi flor de nochebuena, su cabecita que es grande para su delicado cuerpo colgaba y al respirar, por su boquita salía acordes musicales que me hicieron pensar en el canto de las sirenas.

Desde entonces, cada vez que me siento a escribir, Marilyon se acerca revoloteando para un lado y otro para que no me de cuenta de sus intenciones. Le gusta robar mis letras, conforme voy escribiendo las atrapa, las envuelve en hojitas de enredadera, les agrega un rayito de sol y se las come con tal voracidad que no me da tiempo de rescatarlas.

Sólo puedo seguir escribiendo cuando la dejo tomar uno o dos párrafos de lo que he escrito, entonces se sienta junto a mi cuaderno, le acarició la cabeza y la pancita, sus alas ni las toco, son tan ligeras, transparentes, que pienso que las maltrataría. También le gusta comer las letras de los exámenes que ya califiqué, cuando tengo que ir a trabajar, le dejo alguno para que coma mientras regreso.  Le he arreglado la ventana con muchas flores para que juega con ellas mientras no estoy.
Cuento: Lourdes Ibáñez (Taller de narrativa)
Ilustración: Lourdes Ibáñez (Taller de photoshop)

jueves, 13 de enero de 2011

Armarizo

Tengo un animal curioso, mitad armadillo, mitad erizo; lo conocí en un paseo por el bosque que está cercano a mi cabaña, él asomaba su diminuta cabeza por detrás de un árbol. Todo él es muy pequeño, además me encanta el color rosa pálido de su piel y acariciarla para mí es un placer, aunque a simple vista parece escamosa y seca, al tocarla, tiene la textura de un algodón de azúcar. Sin embargo debo tener cuidado con su caparazón, no hay que tocarlo cuando está disgustado, porque además de que su tono lila se vuelve marrón, sus púas se afilan y son peligrosas, esto no sucede a menudo, solo cuando se me hace tarde y no llego para nuestro acostumbrado paseo por el bosque.
Cada vez que vamos él se escapa corriendo graciosamente en busca de las plantas más exquisitas, las encuentra en los lugares más recónditos, ahí justamente donde yo no puedo acompañarlo; regresa más contento que de costumbre, entonces descansamos a la sombre de aquel árbol donde lo vi por primera vez, yo le cuento como estoy y él atento pareciera que me entiende, porque si le cuento alguna tristeza, sus púas mágicamente se transforman en plumas de colores pastel, se acerca y me hace cosquillas hasta verme sonreír. Y así como la vez que lo conocí, cuando voy de regreso a casa, él se va detrás de mi.
Nancy Munguía

martes, 11 de enero de 2011

Integrantes del taller

Los comprometidos participantes del taller de narrativa inician sesión con la composición de un texto, cuya temática surge del título de este blog. Tengo un animal curioso..., que se cristaliza entre halcones, gatos, leones, mariposas y otros representantes del zoo mundo surgidos de la imaginación de estos integrantes.
De izquierda a derecha: el Profesor Edmundo, titular del taller; los alumnos, Lourdes, Raquel, Cristhian, Nancy y Dulce. (Jesús tomó la foto).